Descripción
La falta de comportamientos que promuevan un estilo de vida saludable en la población es un hecho
en el S. XXI. A pesar de las innumerables campañas de diferentes instituciones para erradicar estas
conductas, la ausencia de concienciación por parte de la población ha llevado, por ejemplo, a que la
obesidad se multiplique por diez en la población joven en los últimos cuatro decenios (OMS, 2017), a
que entre el 60%-90% de los escolares presente caries dentales (OMS, 2012) o que más del 80% de la
población adolescente del mundo no tenga un nivel suficiente de actividad física (OMS, 2017). Frente a
esto, la Educación para la salud (EpS) desempeña un papel crucial puesto que fomenta procesos y
estrategias de aprendizaje que influyen positivamente en la misma. Fernández, Rebolledo y Velandia
(2006) consideran que:
La EpS no debe consistir únicamente en ofrecer información sobre los fundamentos científicos de los
problemas de salud, o sobre el peligro de ciertas conductas, sino en fomentar actitudes críticas,
autónomas y solidarias que permitan analizar los problemas, acceder a la información adecuada,
reflexionar sobre los valores que lleva implícitamente cada acción, asumir responsabilidades y aprender a
tomar decisiones” (p.24).
Para hacer a las personas responsables de su salud y capacitarlas para actuar sobre los determinantes
de la misma, es imprescindible la actuación sobre los factores de riesgo y la promoción de la salud. Por
ello, esta especialización tiene como objetivos que el individuo: (1) sea capaz de definir sus propios
problemas y necesidades, (2) comprenda lo que puede hacer acerca de esos problemas con sus propios
recursos y apoyos externos, y (3) promueva las acciones más apropiadas para fomentar una vida sana y
el bienestar de la comunidad (Rosa, Olivares-Olivares y Olivares, 2012).
La necesidad de trabajar estos contenidos en el contexto escolar viene justificada dentro de los fines
que la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa establece. En
concreto, se menciona que se deberán desarrollar hábitos de vida saludable y la promoción del ejercicio
físico y el deporte (consideración h). En esa misma línea, en el Real Decreto 126/2014, de 28 de febrero,
por el que se establece el currículo básico de la Educación Primaria, se menciona que uno de los
objetivos de esta etapa será valorar la higiene y la salud (consideración k). Más específicamente, dentro
del Bloque II de la asignatura de Ciencias de la Naturaleza, El ser humano y la salud, se incluye el
tratamiento de la EpS. Estos contenidos se engloban dentro de las competencias básicas en ciencia y
tecnología y las competencias sociales y cívicas de dicha normativa.
Entonces, ¿cómo introducir la EpS en el aula? Tal y como mencionan Swartz, Costa, Beyer, Reagan
y Kallick (2017), “todos queremos que nuestros alumnos aprendan nutrición para que comprendan qué es
la buena alimentación, y queremos que esto le influya a la hora de saber lo que comen y lo que no. Esto
no se consigue memorizando; integrando pensamiento eficaz y contenido de asignaturas, sí” (p.43). El
aprendizaje basado en el pensamiento como enfoque metodológico dirigido a fomentar un pensamiento
crítico y un aprendizaje profundo contribuye significativamente a la necesidad de dar uso a los
conocimientos que adquieren los estudiantes en la escuela (Perkins, 2008).
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