Descripción
“Vivir en el desorden, el caos, las contradicciones, los celos, las traiciones, las luchas, los socavos, es, no obstante, vivir. Hacerlo entre enfermedades, desilusiones, agresiones, es, no obstante, vivir. Transcurrir entre peligros, amenazas, inseguridades, violencias, miedos, intimidaciones, es, no obstante, vivir. Salud y enfermedad conforman un continuo de la reserva a la discapacidad».
Vivir es ciertamente arriesgado. Todos los días sufrimos la exposición a innumerables situaciones que atentan contra nosotros, no sólo en las grandes ciudades sino incluso en los más apacibles parajes. Los microbios —dentro y fuera de nosotros—, los alimentos, las diversiones, el transporte, las diversas formas de contaminación del ambiente, tanto el general como el laboral, el clima, los comportamientos de los demás y el nuestro: todos se constituyen también en potenciales agresores, al tiempo que conforman nuestro entorno vital. Hay suficientes argumentos para alimentar cualquier tendencia paranoide u obsesiva. En cambio, la visión optimista soslaya los riesgos y hace que se disfrute la vida. El término medio los considera, los pondera, los evita o los enfrenta.
Esta serie de escritos aborda varias de estas amenazas, aunque no lo hace de manera sistemática y exhaustiva. La responsabilidad por la salud corresponde a muchas personas e instituciones, pero empieza en los propios individuos; en la medida en que éstos estén mejor informados, podrán enfrentar los riesgos con mayor éxito. Por otro lado, el interés del público en los temas de salud ya no sólo se restringe a lo que pueda afectar la propia, sino que se ha constituido en un motivo de desarrollo cultural y hasta en un interés lúdico. Los temas de salud tienen sus lectores, como lo prueba el éxito de muchas publicaciones periódicas dirigidas a la población general, que la reorientan en función de este interés público.
En este texto se ha procurado eludir la enojosa jerga técnica que vuelve tan antipáticos a los médicos. El propósito no es tanto favorecer la salud de los lectores (sería una aspiración desmedida a partir de estos modestos escritos), sino estimular el interés profano por estos temas. Al fin y al cabo, la medicina es parte sustancial de la cultura en la medida en que la enfermedad deja sus improntas en las vidas de todos y en que se vincula con el desenlace último de cada persona.
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