Descripción
¡Años caminando para recuperar la memoria del círculo de la vida, la unanimidad en la toma de decisiones, el liderazgo como un compromiso de servir a los demás, el amor incondicional como el mayor de los entendimientos y la dulzura de los niños como la única manera de ejercer la verdad! Esto lo aprendí observándolo, viendo cómo recibía los cuestionamientos de los demás, los conflictos y la envidia. Viendo cómo se relacionaba con su esposa y con sus hijos, viéndolo desde muy cerca, porque me enamoré de una de sus hijas, lo que me permitió verlo en todas las instancias y en todos los roles, pero a la vez, manteniéndome atento como el más duro de los fiscales, hasta lograr convencerme que ese líder que osaba levantar la bandera de la esperanza, frente a todos, sin personalismo, realmente era lo que decía ser: humano.
Conocí su historia, el tamaño de su herida, su desamparo y su fragilidad. Lo vi llorar, reír, caerse y levantarse, casi perderlo todo y casi perderse en todo. Lo vi amenazado bajo una tormenta de oscuridad, vi el costo que esto tuvo para sus hijos y para su esposa. Lo vi sostenerse, reconocerlo, hacerse cargo y repararlo. Lo vi recibir el liderazgo de un camino espiritual, devolver una familia de hermanos maduros, protegidos por la Madre Tierra y el Padre Cielo, y, como si esto fuera poco, lo vi confiar en su gente devolviendo el lugar de liderazgo a su pueblo, para pararse como un hijo más, agradecido de ser un par entre los suyos. Lo vi una y otra vez, quebrándose a sí mismo en pos de su familia, la familia planetaria.
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